Las categorías del espacio habitable desde un enfoque fenomenológico
Palabras clave:
Arquitectura, Ciudad, Habitar, Percepción, FenomenologíaResumen
Las categorías del espacio habitable desde un enfoque fenomenológico
El análisis del espacio de interés para la Arquitectura desde sus aspectos fenomenológicos lleva implícita la necesidad de generar categorías que permitan definir y anclar conceptos específicos de la disciplina.
Una primera categoría, que está en la base del quehacer de los arquitectos investigadores (quienes hacen de la realidad edilicia y urbana su objeto de estudio) es la de “espacio” entendida como “espacio habitable”. Un término que adquiere su propia dimensión en lo disciplinar cuando se lo relaciona con el concepto de lugar.
Las categorías tanto de espacio habitable como de lugar no agotan su definición en aspectos puramente formales. Es más, ambas tienen su sustento en la experiencia que, desde lo vivencial, las liga a variables fenomenológicas. Espacio habitable, como el escenario pleno de contenidos donde transcurre la vida de las personas. Lugar, como denominación de todo espacio psicofísico a partir de que puede ser referenciado, nombrado.
La tradición arquitectónica, entendida como composición o diseño, desatendió los aspectos experienciales del hecho arquitectónico. Recién cuando la realización de una obra edilicia o urbana comenzó a ser concebida en términos de proyecto, empezó a considerarse la condición humana de usuario / habitante de la misma. Progresivamente, los aspectos formales, que eran interpretados desde variables puramente morfológicas, comenzaron a estudiarse desde los efectos que provocaban en sus destinatarios.
La categoría de fenómeno ligada a la experiencia que se tiene del espacio habitable vino, en consecuencia, a presidir todas las instancias posibles de análisis cuando el centro pasó de la obra al individuo o a la sociedad. Las personas se relacionan sensiblemente con el espacio que habitan a partir de la percepción, por lo tanto, la categoría de espacio habitable no se corresponde con una entelequia o una abstracción sino con la experiencia que se tiene de ellos, a partir de consideraciones fenomenológicas.
En consecuencia, la experiencia de la cotidianeidad en términos básicamente culturales, sociales, económicos y tecnológicos, obliga a revisar las categorías que están incluidas en el análisis y la producción de los espacios que habitamos, más allá de sus implicancias meramente formales.