Ensayar las cicatrices. Chris Marker o el obstinado celo por recuperar un futuro que ya fue

Resumo

Desde hace tiempo las fronteras en el arte se tornan imprecisas. Numerosas prácticas híbridas y/o marginales promueven  trabajos de análisis que sacuden el aletargado campo teórico. La teoría corre detrás y se esfuerza por nominar las nuevas obras en un intento, a veces no reconocido, de entenderlas.

También aparecen con fuerza viejas historias que, en su carácter de clásicos, adoptan otras carnaduras para hablar del presente. Hay consenso en aceptar que las estructuras mítico simbólicas perviven junto a la aparición de los nuevos productos artísticos.

En el lenguaje audiovisual esto adquiere potencia inusitada y es profusa la línea investigativa actual que profundiza enfoques y genera taxonomías o categorías diversas con nuevos conceptos. Partiendo del documental, el cine experimental, el cine ensayo y el video ensayo, se generan denominaciones que hablan de cierta madurez en el tratamiento de la imagen y que provienen de la fusión de materiales y formatos.

Entre muchos otros, la figura de Chris Marker surge como pionera y quizás inefable. En sus primeras obras, cruza subjetividad con recursos formales provocadores y resultados “inclasificables”. Memoria y olvido, fotografía y ciencia ficción. El camino del “ensayista” audiovisual estaba comenzando. Pensamos en La jetée, de 1962, que podríamos traducir como El muelle, La terminal o El espigón. ¿Por cuál decidirnos?  Proponemos un recorrido por el producto en sí y por la vasta bibliografía sobre el tema, tanto de las formas como de los contenidos. ¿Por cuál decidirnos? En todo caso: ¿Por qué tendríamos que hacerlo?